Un resum dels articles interessants que vaig trobant a la premsa:

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 Granjas de esclavos

DESVELADA la estructura molecular del ADN hace ya 50 años, recién completada la secuencia del genoma humano, en marcha la clonación, el uso de células madre y los mas sofisticados métodos de reproducción artificial, podría suponerse que el ser humano está  en condiciones, al fin, de ver cumplido su viejo sueño: crear la naturaleza, ser Dios en suma, y no solo un hijo que se le parece. Sin embargo, no conviene engañarse: No será  el ser humano el que acceda a ese podium creado reservado hasta hoy a sus dioses, sino solo algunos seres humanos, aquellos que trabajen para los poderosos, en cuyos laboratorios y no en ningún otro sitio, sé fabricaran los monstruos o las píldoras de la eterna juventud en las que una ciencia alejada de su misión primordial, explicase la vida para usarla mejor, podrá  corromperse definitivamente.

Si hoy los laboratorios farmacéuticos de EEUU dedican el 90 por ciento de sus inversiones y de su producción a curar las enfermedades de sólo el l0 por ciento de los habitantes del planeta, que‚ no harán los incipientes dispensadores de órganos, los dueños de las granjas de cuerpos? Si la vacuna contra la malaria, enfermedad que mata a una persona (pobre) cada 15 segundos, no se comercializa porque es muy barata, si las patentes de miles de medicamentos económicos y eficaces se pudren en los cajones de las multinacionales del ramo para no fastidiarles la venta de otros específicos peores pero más rentables. ¿Cómo creer que la manipulación genética, inevitablemente en manos de mercaderes, puede contribuir a la felicidad del hombre?

Allí¡ donde la justicia, el progreso y la educación están ausentes, poco importa que los privilegiados se puedan ir cambiando los trozos del organismo que se les apochan. Antes se vislumbra, en cambio, el sueño del capitalismo que el del hambre: una casta humana inferior, de esclavos.

Rafael Torres

( LEVANTE-EMV 26-04-03)

Lo que nos cuesta el anticatalanismo

La Comunidad Valenciana tiene que resolver una cuestión nada fácil: ser el norte del Sur o el sur del Norte europeo. Nos jugamos que el límite del núcleo económico de la Unión Europea se sitúe o a la altura del Ebro, o bien más al sur del Xuquer. Valencia, en particular, tiene unas posibilidades excelentes, equidistante de Madrid y Barcelona, y con ello la posibilidad de formar parte del triángulo básico del Estado. Sin embargo las cosas no van como debieran.

Es sorprendente que mientras no parece que ninguna disputa nos separe de Madrid megacentro, los roces y los malentendidos con Cataluña sean constantes a cuenta de un artificial problema lingüístico (ahora unas declaraciones de Maragall, a mi entender muy razonables, sobre la realidad económica de la antigua corona de Aragón). A ello inclúyase la ignorancia mutua entre políticos a cuenta de un irracional anticatalanismo. Desgraciadamente todo ello acaba dando razones y argumentos a los que piensan que es en el Ebro donde se instalará la frontera del corazón económico de Europa.

Cataluña, aún a sabiendas que el TGV francés no llegara a Perpignan, sigue mirando al Norte y peleándose por el AVE Barcelona Frontera, que no es otra cosa que la excusa para una línea de ancho europeo que permitirá que el Puerto de Barcelona pueda ser la principal plataforma logística euromediterránea a costa de Valencia e incluso Marsella. Decía hace poco un agudo comentarista valenciano: «El Puerto de Valencia se ha situado por primera vez por delante del de Barcelona en tráfico de mercancías, y este acontecimiento ha provocado más inquietud social y política en Cataluña que aquí entusiasmo».

Decir esto, no es hacer anticatalanismo sino, al contrario, hablar de la incapacidad de los valencianos. Uno se añade a los que opinan que el retraso de la autovía entre Madrid y Valencia estuvo en la médula de ese asunto, con una enorme presión desde Cataluña, que en ese momento tenía la llave de la gobernabilidad y donde Bono incluso doblegó a Borrell. A nadie beneficia más la postergación de una buena conexión ferroviaria entre Valencia y Barcelona que al puerto catalán, que cuenta con un legítimo plan de expansión apoyado por todos los partidos políticos.

La geografía marca que la conexión de la Comunidad Valenciana a Europa, pasa por Cataluña y cualquier mejora de la misma debe contar con el apoyo del gobierno de Barcelona. Esta es la gran sinrazón económica de enarbolar el anticatalanismo. Es una política suicida no establecer una política conjunta con Cataluña y seguir con la estúpida inflación de noticias basadas en la filología y la tremenda incapacidad de separar lo que es hablar valenciano o lo que es hablar catalán. Esta discusión histórica da una coartada perfecta para que Cataluña mire hacía el Norte y pueda prescindir de sus vecinos valencianos en sus planes de expansión. Parafraseando a Miquel Alberola: en asuntos de ese calado económico, Cataluña no se permite fisuras ni melancolías bucólicas.

Seguir llenando páginas de periódicos con temas relacionados con diferencias dialectales, es un suicidio económico colectivo a la que algunas personas con responsabilidades políticas se están dedicando por razones que no acabo de comprender, ya que hay que ser muy mísero para que un puñado de votos invalide un proyecto de futuro económico de más de 4 millones de valencianos. No es tan difícil explicar que Cataluña, las Islas y buena parte de la Comunidad Valenciana tienen una historia común, que las barras del antiguo Reino de Aragón están presentes desde mi Menorca natal, hasta casi los confines del Segura, que Madrid nos necesita como salida al Mediterráneo y que aquí hemos formado una sociedad moderna, donde las dos lenguas, castellano y valenciano (llamado catalán del Sur) tienen el derecho a convivir.

Si el eje Cataluña Comunidad Valenciana no se engrasa urgentemente, ya sabemos lo que nos aguarda: Cataluña continuará su marcha en solitario mirando a Europa e ignorando a Valencia, la cual ira camino de ser un barrio mal comunicado de Madrid (donde, por cierto, ya trabajan mas del 40% de los ingenieros formados en Valencia en tecnologías de la información y las comunicaciones, ante la falta de inversiones en nuestra tierra y la emigración de capital valenciano hacia empresas tecnológicas radicadas en la Capital), y en Bruselas seguirán sin considerar que las conexiones Madrid Valencia y Barcelona Valencia deben carecer de interés pues nadie pierde su tiempo en defenderlas coherentemente.

Ser anticatalanista no es ser nada, sólo un traidor a los intereses de las nuevas generaciones. Esta es una parte de la transición democrática que aquí, 25 años después, esta todavía por hacer y sino la abordamos de forma definitiva, podemos pagarlo muy caro.

Gregorio Martín - Director del Instituto de Robótica de la Universidad de Valencia

(LEVANTE-EMV ??????? )

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